Cuando haces un video, tienes que tener un objetivo… y después tienes que asegurarte de cumplirlo. Para esto sirven los procesos de monitoreo y evaluación internos (y que no deben ser confundidos con los que presentas a quien te da los fondos). 

Por ejemplo: queremos hacer un video para motivar a los jóvenes a involucrarse en las acciones comunitarias

Nuestro video será exitoso sólo si, de hecho, después de difundir el video, los jóvenes se involucran.

¿Pero cómo vamos a saber que lo logramos?

Lo primero: conocer la línea base: ¿Cómo está la situación antes de implementar el proyecto? ¿Qué porcentaje de jóvenes se involucran ya? ¿En qué tipos de proyecto se involucran? ¿Por qué lo hacen?

Este conocimiento, más allá de la evaluación, nos puede ayudar en el desarrollo del proyecto. Por ejemplo: podemos, a partir de ella, hacer un guión.

El proceso de monitoreo nos permite adecuar el proyecto durante su duración: por ejemplo, tenemos que asegurarnos de haber escogido el medio más adecuado para intervenir con nuestro público deseado. Por ejemplo: tomar el guión y ver si de verdad resuena con la comunidad en que queremos trabajar.

Hay siempre que considerar la respuesta de las personas hacia nuestro proyecto. Se puede hacer mediante cuestionarios, grupos focales, etcétera.

Los compañeros nos mandarán instrumentos para la medición.

Consideraciones

– Lo mejor es incluir datos cualitativos y cuantitativos en nuestra evaluación.

– La evaluación no es un examen: es un proceso que nos permite mejorar nuestro trabajo.

– No hay que quedarse en los elementos técnicos (la calidad de la imagen, la luz, etcétera); hay que evaluar el impacto social, y el proceso

¡Gracias a Fernando de Fundación Luciérnaga y Noé de Video Mesoamericano para el Cambio por esta charla!

Este fue importado de la Reunión video4change en Mexico blog en Tumblr.